Los estudiantes de 4.to 7.ma deben leer traer este texto para la clase del 22/06. Se lo dejé a Naymé.
Esta es una de las situaciones filosófico-narrativas más pregnantes en toda la obra de Borges: la estructura en abismo: "Vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra".(11) El Aleph posee esa propiedad escandalosa: punto que incluye todos los tiempos y todos los espacios, esfera abstracta y concreta, desafía a la percepción porque es un infinito. Sugiere además un dilema filosófico: si contiene todo espacio y todo tiempo, entonces debe contenerse a sí mismo, pero, si se contiene a sí mismo, debe contener otro Aleph que contiene también todo, incluido otro Aleph, y así sucesivamente, de modo tal que es un infinito en abismo, que obliga a preguntarse sobre la ilusión perceptiva (¿se puede captar el infinito por los sentidos?) y sobre la paradoja (¿cómo un infinito contiene a otro infinito?).
"Debo mi primera noción del problema del infinito a una gran lata de bizcochos que dio misterio y vértigo a mi niñez. En el costado de ese objeto anormal había una escena japonesa; no recuerdo los niños o guerreros que la formaban, pero sí que en un ángulo de esa imagen la misma lata de bizcochos reaparecía con la misma figura y en ella la misma figura, y así (a lo menos, en potencia) infinitamente".(12)
Este arreglo visual, propio del espacio ilusorio del trompe l'oeil barroco, es una de las disposiciones preferidas por Borges: ofrece, a la vez, una estructura narrativa, una figura y un modelo espacial. Máquina para diseñar situaciones filosófico-narrativas, plantea la cuestión del infinito en términos de representación visual o como juego de cajas chinas en la trama de un relato. Produce lo que Bioy Casares llama (a propósito de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius") ficción metafísica. La estructura en abismo nos inquieta de un modo que no logra ninguna otra configuración visual-conceptual porque enfatiza la superioridad de las imágenes ideales sobre la realidad, y de la idea sobre las percepciones. Permite pensar lo que es imposible percibir y (concluye Borges) afecta la realidad de los sujetos que nunca podrán asegurarse del lugar que ocupan en un espacio multiplicado por reflejos sucesivos que se autoincluyen:
"Las invenciones de la filosofía no son menos fantásticas que las del arte: Josiah Royce, en el primer volumen de la obra The World and the Individual (1899), ha formulado la siguiente: 'Imaginemos que una porción del suelo de Inglaterra ha sido nivelada perfectamente y que en ella traza un cartógrafo un mapa de Inglaterra. La obra es perfecta: no hay detalle del suelo de Inglaterra, por diminuto que sea, que no esté registrado en el mapa; todo tiene ahí su correspondencia. Ese mapa, en tal caso, debe contener un mapa del mapa, que debe contener un mapa del mapa del mapa, y así hasta lo infinito.'
¿Por qu é nos inquieta que el mapa esté incluido en el mapa y las mil y una noches en el libro de las Mil y Una Noches? ¿Por qu é nos inquieta que Don Quijote sea el lector delQuijote, y Hamlet, espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios".(13)
La estructura en abismo, por su organización conceptual del espacio y su hipótesis de inclusión del infinito, es una paradoja visual: induce a aceptar la existencia de un infinito espacial encerrado en un espacio de representación no infinito. El principio de inclusión (de una imagen dentro de otra y de esa dentro de otra...) afecta nuestra creencia en la verdad de las percepciones y establece unatensión entre lo que puede ser lógicamente aceptado y lo que puede ser sensorialmente percibido. Corrije lo que Borges hubiera llamado la naturaleza imperfecta del mundo tal como lo captan los sentidos humanos. Como un buen laberinto, no tiene fin y, como un laberinto, propone frente al orden del mundo, que es imposible de establecer, el orden conceptual de una configuración que contradice las nociones imperfectas del pensamiento 'realista'. La circularidad sin fin está en los laberintos, en los espejos enfrentados, en los relatos que incluyen otros relatos, y en los sueños que incluyen otros sueños y otros soñadores soñados. Todos estos 'casos' desestabilizan el principio de identidad sustancial. Así, el soñador de "Las ruinas circulares" está herido en su ser por la circularidad de los sueños incluidos en una estructura en abismo que el lector debe presuponer. Así, tambi én, el cuento chino que Borges ha citado innumerables veces, donde Zhuang Zi sueña que es una mariposa y, cuando despierta, no puede saber si es un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que soñaba ser un hombre.
Estas configuraciones encadenadas, que no tienen resolución, ejercen un efecto crítico. Son, sencillamente, ficciones metodológicas.
Borges analizó las novelas de Kafka en ensayos escritos a finales de la d écada del treinta. Argumentó que El proceso y El castillo obedecen al mismo mecanismo lógico de la paradoja de Zenón sobre Aquiles y la tortuga, que le fascinaba especialmente. Así la resume, en un texto donde discute soluciones y variantes perturbadas por la idea maligna del infinito:
"Aquiles corre diez veces más ligero que la tortuga y le da una ventaja de diez metros. Aquiles corre esos diez metros, la tortuga corre uno; Aquiles corre ese metro, la tortuga corre un decímetro; Aquiles corre ese decímetro, la tortuga corre un centímetro; Aquiles corre ese centímetro, la tortuga un milímetro; Aquiles Piesligeros el milímetro, la tortuga un d écimo de milímetro y así infinitamente, sin alcanzarla".(14)
Borges admira las paradojas no porque sean incongruentes respecto de la experiencia sino por sudemostración irónica de la fuerza y los límites de la lógica. Las paradojas no sólo trabajan con las inconsistencias o las contradicciones sino que, obedeciendo una dura coherencia formal, indican los límites de la lógica (sus escándalos) cuando se trata de aprehender la naturaleza de lo real y organizar un diseño ideal cuya pretensión sea representarlo. Las paradojas tienen la virtud de denunciar los obstáculos contra los que se construye la literatura (o la filosofía). Las paradojas son una forma irónica del pesimismo, porque afectan radicalmente la estructura del razonamiento, demostrando su extraña mezcla de fuerza (dado que cualquier imposibilidad 'real' puede ser lógicamente probada) y debilidad (en la medida en que lo probado contradice la experiencia y el sentido com ún). De hecho, la paradoja critica el empirismo. La cuestión es si la paradoja conserva la supremacía de la lógica frente al sentido común o si, por el contrario, desnuda la naturaleza vacía de la razón, indicando, al mismo tiempo, que la realidad no puede ser captada por la percepción pero tampoco pensada con las estructuras formales de la lógica. Ambas respuestas están simultáneamente presentes en los cuentos filosóficos de Borges, cuya fuerza reside en el desplazamiento entre dos condiciones: el esplendor formal de las construcciones lógicas y la desesperanza originada en una perfección ideal que, sin embargo, se rinde ante la naturaleza inabordable del mundo. Las paradojas son formas extraordinarias de la ficción: Borges las usa junto a otras figuras de pensamiento que le permiten demostrar las posibilidades infinitas de las combinaciones que no mantienen ningún reclamo respecto de la realidad empírica. Por el contrario, las figuras formales y lógicas son independientes del orden de la realidad, que no puede ser captado en sí mismo y sólo puede ser presupuesto por la imaginación o la razón.
Sarlo, “Borges un escritor de las orillas”.
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